lunes, 2 de julio de 2012

Sistema alimentado por energía solar para desalinizar agua en zonas áridas

En algunas zonas del mundo, como por ejemplo en buena parte de Oriente Medio, la escasez de agua dulce promueve la explotación de recursos hídricos de baja calidad, como los acuíferos salobres, pero es cuestionable que sean sostenibles las prácticas actuales para aprovechar tales acuíferos.

Un equipo de investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev, en Israel, ha creado un oasis artificial en el desierto, gracias a la aplicación exitosa de un sistema de desalinización, energizado por el Sol, y que es capaz de suministrar agua apta para la irrigación en regiones áridas.

Este innovador sistema usa membranas de nanofiltración para tratar el agua salobre local, produciendo agua desalinizada y apta para la irrigación. Los resultados del Proyecto del Oasis Josefowitz demuestran que la irrigación con el agua desalinizada dota de una productividad más alta al agua y a los fertilizantes inorgánicos, en comparación con la productividad derivada de las prácticas convencionales actuales. Las cosechas que crecieron con el agua desalinizada mediante el nuevo sistema requirieron un 25 por ciento menos de irrigación y de fertilizantes que las cosechas irrigadas a la manera tradicional, es decir con agua salobre. En algunos casos, el rendimiento de las cosechas incluso aumentó.

La creciente demanda global de alimentos exige que las prácticas agrícolas del futuro sean más eficaces en el uso de los recursos naturales, como la tierra de cultivo y el agua, tal como argumenta Andrea Ghermandi, del equipo de investigación.

Los experimentos agrícolas con irrigación utilizando agua de diferentes calidades, distintas frecuencias de aplicación, y cuatro diferentes cultivos agrícolas esenciales, se llevaron a cabo durante dos estaciones de crecimiento. La planta de desalinización operó a baja presión, con un bajo consumo de energía, y requirió poco mantenimiento durante el período.

El equipo de Ghermandi, Rami Messalem, Rivka Offenbach y Shabtai Cohen también usó con éxito la remolacha roja, un cultivo tolerante a la sal, para consumir los desperdicios líquidos de la planta desalinizadora piloto durante las dos estaciones de crecimiento. Esto demuestra que el desecho concentrado moderadamente salado, generado como consecuencia de la obtención del agua desalinizada, puede ser un subproducto utilizable.

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