martes, 5 de noviembre de 2013

Energía nuclear se desarrolla sólo en 2 países de la subregión

El desarrollo de la energía nuclear en Sudamérica no es parejo. Brasil y Argentina son los únicos países de la subregión que cuentan con centrales nucleares, utilizadas para la generación de energía eléctrica, y tienen planes de construir nuevas plantas.

Entre los países que tienen su uso en perspectiva están Chile, que tiene una postura ambigua al respecto pues aunque se abrió el debate sobre la importancia de contar con energía nuclear, el actual Gobierno frenó los estudios de factibilidad comprometidos para inicios de año y que fueron impulsados por la expresidenta Michelle Bachelet; Perú tiene un reactor nuclear hace más de 20 años que se usa con fines medicinales y para el desarrollo agrícola y Venezuela firmó un acuerdo con Rusia, en 2010, para construir dos unidades nucleares hasta 2018.

En Bolivia, el Gobierno anunció la semana pasada que trabaja en un proyecto para desarrollarla con el apoyo de Argentina y Francia; sin embargo, el embajador francés, Michel Pinard, se apresuró a dejar en claro que su país no desarrolla ningún proyecto bilateral sobre el tema.

En la conferencia nuclear de San Petersburgo, en julio pasado, Argentina y Brasil ratificaron sus planes para el desarrollo de la energía atómica, según el reporte del diario argentino Página 12.

Ese diario también cita las declaraciones del ministro argentino de Planificación, Julio De Vido, quien durante la conferencia dijo que las nuevas centrales nucleares serían licitadas antes de fin de año. En ese país ya funcionan las centrales Atucha I y Embalse. Atucha II se encuentra muy cerca del inicio de su vida operativa.

“La apuesta oficial es elevar el aporte atómico en la matriz energética hasta el 18 por ciento en los próximos años. El Parlamento respaldó el plan en 2009 al declarar de interés nacional la extensión de la vida útil de Embalse y la puesta en marcha de una cuarta central”, señala una nota del periodista Fernando Krakowiak. Añade que hay oposición de las organizaciones ambientalistas “que advierten sobre los riesgos que supone la actividad y aseguran que Argentina va contra la corriente porque luego del accidente de Fukushima, en marzo de 2011, los planes de expansión atómica a nivel mundial se frenaron”.

Respecto a Brasil, el reporte señala que cerca del tres por ciento de la electricidad que consume ese país es provisto por dos plantas nucleares ubicadas en Río de Janeiro. Además, el gobierno construye una tercera que prevé operar en 2018. “Además de representar un importante aporte al consumo de electricidad, la energía nuclear continuará teniendo aplicaciones significativas en la medicina, la agricultura, la industria y la investigación científica. Las preocupaciones legítimas relacionadas con la posibilidad de atentados contra instalaciones nucleares no pueden ser utilizadas para cercenar el derecho legítimo de los Estados a desarrollar investigación, producción y uso de la energía nuclear con fines pacíficos”, aseguró el presidente de la estatal Electronuclear, Othon Luiz Pinheiro da Silva, citado por Página 12. En cuanto al temor generado por lo ocurrido en Fukushima, Pinheiro remarcó que Brasil reforzó las medidas de seguridad a través de la implementación de un plan que demandará 250 millones de dólares entre 2011 y 2015.

Sin embargo, en septiembre pasado, el jefe de la Agencia de Planificación Energética del Gobierno de Brasil, Mauricio Tolmasquim, dijo a Reuters que probablemente su país desacelerará sus planes para instalar nuevas plantas debido a las preocupaciones surgidas por la fuga radioactiva en Fukushima.

"No los hemos abandonado (los planes)... pero no se han reanudado todavía. No es una prioridad para nosotros en este momento", agregó.

Mientras tanto, en Chile, el Gobierno retrasó la licitación de estudios de energía nuclear y expertos rechazaron la medida, según reportó la edición electrónica de La Segunda, en junio pasado.

El diario reportó que el Ministerio de Energía chileno quitó el "pie del acelerador" al retomar los estudios sobre la factibilidad de instalar centrales nucleares en Chile. Si bien el compromiso de la secretaría de Estado era publicar las licitaciones a más tardar el 31 de marzo, no lo hicieron.

Los estudios sobre la energía nuclear no son algo nuevo pues ya en 2007 la entonces presidenta, Michelle Bachelet, conformó una comisión de expertos para estudiar esta tecnología.

Según la agencia UPI, la Universidad Católica de la Santísima Concepción publicó a fines de octubre una encuesta que señala que 75,6 por ciento de los entrevistados rechaza la energía nuclear.

En Perú y hace 25 años, en el Centro Nuclear Óscar Miró Quesada de la Guerra, existe un reactor nuclear en el que, mediante el trabajo con radioisótopos se pueden realizar gammagrafías —similares a los rayos X—, que facilitan hacer diagnósticos médicos, así como una mayor precisión en el estudio de los tejidos del cuerpo humano, según el diario El Comercio.

Gracias al reactor nuclear es posible también la creación de radiofármacos programados para eliminar tumores de cáncer localizados en órganos y glándulas.

La energía nuclear se usa en la agricultura, pues la radiación ionizante (otro de los elementos creados por el reactor) se utiliza en semillas para obtener variaciones mejoradas de alimentos más resistentes al clima y a las plagas, así como con un período de conservación más largo.

“No va a ser de uso militar”, dijo el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, al anunciar a fines de 2010 que junto a Rusia construiría un reactor nuclear en un plazo de 10 años. En 2011, reportes de prensa señalaban que el proyecto fue suspendido temporalmente debido al accidente en Fukushima. Pero en agosto pasado, el Gobierno comenzó a realizar conferencias en universidades para la formación de recursos humanos en el área nuclear.

Entre de las principales observaciones a la hora de hablar de la instalación de plantas nucleares son los desechos y su tratamiento, tarea que requiere alta tecnología.

Además, luego del accidente nuclear en Fukushima, grupos ecologistas, especialistas y pobladores argentinos y brasileños que habitan en las zonas en las que se ubican plantas nucleares comenzaron a hacer observaciones sobre los planes de emergencia en caso de un accidente.

Hasta ahora, más de 30 naciones en el mundo desarrollan o emplean energía nuclear, incluido México.

INSTITUTO BOLIVIANO DE TECNOLOGÍA NUCLEAR

El Instituto Boliviano de Tecnología Nuclear (Ibten) funciona en La Paz desde hace 35 años. Tiene como misión promover, desarrollar, coordinar, asesorar y participar en la investigación científica y tecnológica con instancias nacionales e internacionales afines en el uso y desarrollo de la tecnología nuclear, en la solución de problemas en los diferentes de aplicación y además como contra parte nacional del país. Depende del Ministerio de Educación.



FIRMÓ EL TRATADO DE TLATELOLCO EN 1967

Bolivia es signatario de un acuerdo para el desarme nuclear

Después de la Segunda Guerra Mundial, el creciente aumento de Estados poseedores de armas nucleares incrementó el temor a una destrucción total del planeta, señala una reseña del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (Opanal).

Ante la falta de logros sustantivos en el proceso de desarme nuclear, y con el inicio de la proliferación geográfica de las armas nucleares, varios Estados idearon distintas formas de evitar una guerra nuclear y la más importante fue la creación de las Zonas Libres de Armas Nucleares (ZLAN) en varias regiones del mundo.

El 29 de abril de 1963, los presidentes de Bolivia (Víctor Paz Estenssoro), Brasil (Joao Goulart), Chile (Jorge Alessandri), Ecuador (Carlos Julio Arosemena) y México (Adolfo López Mateos), por iniciativa de México, realizaron una Declaración Conjunta anunciando su disposición a firmar un acuerdo multilateral con los demás países de la región, con el compromiso de no fabricar, recibir, almacenar ni ensayar armas nucleares o artefactos de lanzamiento nuclear.

El 14 de febrero de 1967, el Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina (Tratado de Tlatelolco), fue firmado y ratificado por 14 países, con lo que se logró crear la primera zona habitada libre de armas nucleares en el planeta.

Asimismo, el Tratado contribuyó a la codificación de los compromisos más importantes de la comunidad internacional en materia de no proliferación nuclear; preparó el camino para la negociación del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), único Tratado sobre desarme y no proliferación en vigor, y estableció los elementos básicos de los lineamientos de las NNUU para el establecimiento de zonas libres de armas nucleares de 1999.

Adicionalmente, estableció dos aspectos novedosos que posteriormente fueron incluidos en el TNP, como el derecho de los Estados Partes al uso pacífico de la energía nuclear y la responsabilidad de cumplir con el Sistema de control y verificación.

El Opanal, cuya sede está en México, fue de vital importancia para asegurar que las partes cumplan con las disposiciones del Tratado, además de establecer el sistema de control que el propio Tratado establece.

Países miembros

Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Bardados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Suriname, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.



OPINIÓN

Francesco Zaratti (Físico y analista en energía)

Para empezar, producir energía eléctrica mediante reactores nucleares no es el comienzo de un programa sino el final.

Para ese objetivo hay que cumplir requisitos previos como tener un programa de formación de recursos humanos, realizar investigación científica y tecnológica, contar con material fisible (el combustible atómico), cumplir con normas internacionales de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) a la cual Bolivia pertenece y tener sistemas de seguridad y de tratamiento de los deshechos del más alto nivel (un presupuesto prohibitivo para un pequeño país), entre otros.

Bolivia está en pañales en todos esos aspectos, a menos que se piense comprar una planta "llave en mano" (con absoluta dependencia del fabricante), como con el Teleférico de La Paz y la planta de fertilizantes del Chapare.

Actualmente, en Sudamérica, sólo Argentina y Brasil tienen programas nucleares hace decenios y producen energía con material fisible. Chile abrió recientemente el debate sobre la conveniencia de encaminar programas nucleares, pero no hay nada concreto a pesar de que le hace falta energía mucho más que a Bolivia.

En segundo lugar, si bien es loable diversificar las fuentes de generación eléctrica, ahora no necesitamos ni podemos producir energía atómica. Ninguna fuente compite hoy con la generación termoeléctrica que usa gas natural debido a la subvención interna que tiene el gas. Por tanto, mientras no se quite la subvención ninguna fuerte alternativa al gas será económicamente viable.

Finalmente, cualquier camino empieza con un pequeño paso. En este caso se trata de asimilar mejor la tecnología nuclear para la medicina, la investigación y la industria.

Al mismo tiempo, hay que crear las condiciones para operar pequeños reactores nucleares, formar recursos humanos especializados y prepararse para usar la energía nuclear si se dieran las condiciones.

En fin, anuncios ambiguos y prematuros, como el que acaba de hacer el presidente Evo Morales, crean más confusiones que certezas.

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