L a expresión "energía nuclear” tiene generalmente una carga negativa asociada con peligro, a desastres como el de Chernobyl o Fukushima y con daño medioambiental. Sin embargo, el uso y aplicación de este tipo de energía beneficia a la humanidad en diversos campos que van desde la salud, nutrición, fertilización de suelos, mejoramiento de cultivos, hasta la medición de contaminación y mejoramiento de procesos industriales, entre muchos otros.
Ésta es el área de trabajo del Instituto Boliviano de Ciencia y Tecnología Nuclear (IBTEN), una institución que nació en 1983. Sin embargo, los orígenes de la experiencia nuclear del país se remontan al año 1960, con la creación de la Comisión Boliviana de Energía Nuclear (Coboen), que llegó a implementar una planta de concentración de minerales de uranio y que produjo concentrado de ese mineral.
Miradas visitó el Centro de Investigaciones y Aplicaciones Nucleares (CIAN), a cargo del IBTEN, ubicado en la localidad de Viacha, en una superficie de 13 hectáreas.
Al llegar, llaman la atención del visitante unos coches en desuso en la entrada al complejo y también en las puertas del centro, donde un microbús y una vagoneta Toyota de la década de los años 70 están abandonados.
La construcción de este complejo científico data de los años 70, cuando pensaron que Viacha, un lugar alejado de la ciudad, sería ideal patra la investigación nuclear. Hoy, sin embargo, el centro ha quedado a sólo unas pocas cuadras de dicha localidad.
En el CIAN funcionan una unidad de Análisis y Aplicaciones Nucleares, que ejecuta proyectos de investigación empleando técnicas nucleares, y otra de Análisis de la Calidad Ambiental.
El CIAN presta servicios analíticos en matrices como el agua, aire, suelo, fertilizantes y plaguicidas empleando técnicas analíticas convencionales como la absorción atómica, espectrometría ultravioleta y unas pocas técnicas nucleares, o atómicas, como la fluorescencia de rayos X y la espectrometría gamma.
Allí trabajan 14 personas: hay tres físicos, dos químicos puros, cuatro ingenieros en diferentes especialidades y personal técnico. En las oficinas de La Paz el IBTEN cuenta con una plantilla de 19 personas.
Este instituto también tiene a su cargo el Centro de Protección y Seguridad Radiológica, que presta servicios de dosimetría personal, calibración de detectores, otorga licencias individuales, institucionales y autorizaciones para la adquisición, manipuleo y transporte de fuentes radiactivas.
A través del IBTEN, Bolivia pertenece al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), ente regulador del uso de la energía nuclear en el mundo, que actúa como cooperante con el país en áreas como la formación de recursos humanos, misiones de expertos y provisión de equipos.
"Todos los equipos de este centro han sido donados por el OIEA. Pero cuando pensamos en una entidad estatal fortalecida, necesariamente se requiere de una inversión del Estado. La dependencia absoluta de los cooperantes limita mucho las áreas de desarrollo que podamos tener como país. Se requiere inversión en infraestructura, equipamiento y recursos humanos”, afirma Luis Romero, el ingeniero químico que dirige el instituto desde hace tres años.
Pese a que en este centro no existe un uso intensivo de fuentes radiactivas y se utilizan fuentes selladas, cada miembro del personal lleva consigo un dosímetro, que mide la exposición a la radiación, que no debe exceder los 20 milisievert -unidad que mide las dosis de radiación- por año.
En las instalaciones del centro destaca un búnker de concreto que tiene un metro y medio de espesor, que funciona como un depósito de fuentes radiactivas que ya no emiten radiación ionizante. Éstas proceden de los centros radiológicos y oncológicos de todo el país.
"La precaución básica para los centros que utilizan radiaciones ionizantes es contar con el blindaje correspondiente, no solamente para los exteriores, como el caso de este búnker, sino con el uso de los dosificadores personales”, explica la física Muriel Gutiérrez.
En el centro funcionan varios laboratorios: uno de espectrometría, de absorción atómica, de preparación de muestras y de biotecnología vegetal, entre otros.
También se tiene una sala denominada "reactivero”, donde cuentan con 295 reactivos sólidos y 193 líquidos. Muchas de estas sustancias pertenecen a las controladas por el Gobierno, por lo que su uso es exclusivo para fines del centro y su control se rige por las normas vigentes.
Mejoramiento genético
En el laboratorio de biotecnología del centro, que está a cargo del agrónomo Édgar Gómez, se trabaja en el mejoramiento genético de trigo, tarwi y amaranto, por medio de la irradiación.
En estas "mutaciones radioinducidas” lo que se hace es utilizar fuentes gamma, cobalto 60, cesio 137 o también haces de electrones para inducir cambios genéticos en las moléculas del ADN de los cultivos. Al mejorar las semillas, a través de la modificación de su ADN con la irradiación, puede ser posible producto el grano en el occidente del país, que ahora se produce solamente en cabeceras de valle. Con esta experimentación, el laboratorio ya ha producido una nueva variedad de trigo, conocida como "tepoca”.
Según explica Gómez, se puede conseguir semillas mejoradas en un lapso de seis a ocho años. "Este proceso no tiene nada que ver con la transgénesis. Sólo se trata de aprovechar la modificación de la estructura interna de los genes de la planta para hacerla más resistente a algún insecto o plaga”, explica el especialista.
Estas técnicas con radiación gamma podrían lograr, por ejemplo, que los niveles de saponinas en la quinua bajen, sentando así ciertas líneas de desarrollo con know how propio.
Países como Perú han iniciado hace décadas estos programas de mutación radioinducida en la quinua, por ejemplo.
¿Energía nuclear en Bolivia?
"Si vemos la realidad actual, parecería como un sueño faraónico. Estamos hablando de un reactor de potencia que a países como Argentina y Brasil les ha llevado décadas desarrollar”, sentencia el director del IBTEN ante la consulta de si es factible que el país produzca energía nuclear.
Pero, ¿qué es la energía nuclear? Básicamente es la energía liberada de manera espontánea o artificial y es generada de dos maneras: mediante fisión nuclear (escisión de núcleos pesados) y fusión nuclear (reacciones nucleares entre átomos de elementos livianos).
El presidente Evo Morales anunció en agosto de 2014 la instalación de un reactor para "el desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos”. Morales dijo que el proyecto de energía nuclear se desarrollará en La Paz para lo cual "ha garantizado una inversión mayor a 2.000 millones de dólares hasta el 2025”. La intención del Gobierno es convertir al país en el centro de energía nuclear de la región.
El programa nuclear boliviano incluye la instalación de un ciclotrón para reforzar el sector de la salud en el diagnóstico y tratamiento del cáncer y las plantas de irradiación gamma para mejorar la conservación de alimentos, semillas, suelos y realizar el control de plagas.
Romero sostiene que hay que distinguir lo que es un reactor nuclear de investigación y el reactor de potencia. "El de investigación, como su nombre lo indica, no es para la generación de energía. Lo que pretende el Gobierno con la instalación de un reactor de investigación es generar algún tipo de servicios, como los análisis por activación neutrónica, la producción de algún radioisótopo, pero lo más importante es adiestrar al personal, a los jóvenes que se harán cargo de operar en un futuro un reactor de potencia para la generación de energía”, explica el director del IBTEN.
Un reactor de potencia está diseñado específicamente para producir energía eléctrica con el uso de algún combustible como el uranio.
Bolivia tiene una demanda anual de energía de 1.200 megawatts. De los reactores que hoy en día se ofertan, algunos tienen esa potencia. "Con un solo reactor se podría satisfacer toda la demanda de energía del país”, dice Romero.
Según explica el director del instituto, el Gobierno tiene la intención de exportar energía eléctrica. Una parte puede satisfacer las demandas del sector industrial del país, sobre todo de Santa Cruz y el remanente se puede exportar. "Es lo que sucede en muchas regiones del mundo. Francia, por ejemplo, es un país que tiene muchas centrales nucleoeléctricas, reactores de potencia, y de hecho exporta esa energía eléctrica”, afirma.
La instalación de un reactor de potencia en el país podría demorar entre 15 y 20 años. Estos 15 o 20 años no están ligados al factor económico, sino a una serie de hitos que debe cumplir Bolivia para que el OIEA autorice un programa nuclear.
Según Romero, para implementar un reactor de investigación, la inversión podría estar entre los 30 y 100 millones de dólares. Unos 200 millones de dólares podrían cubrir la instalación de una central de investigación y las plantas de irradiación, pero sin considerar la parte operativa y administrativa.
"Todo depende del tipo de reactor de investigación que se pretenda instalar; hay desde cero hasta 10 megawatts y cada uno de ellos tiene un diferente monto de inversión y costos de mantenimiento”, explica.
Antes, el condicionamiento de un emprendimiento de este tipo era cerrado; es decir, si un país no producía su combustible (uranio enriquecido), estaba en "serios problemas”. "Hoy la situación ha cambiado con la globalización. Hay países que producen el combustible, los que tienen la tecnología e infraestructura para ello. Entonces el Gobierno podría considerar producir su combustible o acudir a ese mercado de oferta de combustible nuclear” adelanta Romero.
El OIEA, como órgano regulador del uso de la energía nuclear, aplica una serie de exigencias que un país debe cumplir para llevar adelante un programa de este tipo.
Técnicas nucleares y nutrición
La tecnología nuclear también puede ser aplicada a la nutrición infantil a través del deuterio, un isótopo del hidrógeno. Con el objetivo de mejorar el amamantamiento, a las madres se les da agua "tritiada” y se determina, a través de la saliva, la cantidad de deuterio en la leche, lo que lleva finalmente a un mejoramiento en la calidad de vida del binomio madre-niño.
El IBTEN también llevó a cabo una interesante experiencia para determinar el nivel de nutrición en niños de entre ocho y 13 años en dos unidades educativas, con la medición del contenido de zinc en el cabello. Un nivel bajo de zinc en el cabello es uno de los mejores indicadores de malnutrición, por lo que este proyecto permitió proponer mejores condiciones alimentarias.
Viacha y el recurso hídrico
El centro trabaja también con el OIEA en los proyectos de recursos naturales y medio ambiente. Actualmente se está trabajando con el gobierno municipal de Viacha, en unproyecto para mejorar el uso del recurso hídrico.
"El municipio de Viacha, al igual que el de Oruro y el de Santa Cruz, depende completamente de la provisión de agua subterránea. Tienen sus pozos sembrados, pero no se sabe si es un recurso finito o no. Pensamos que no es finito. Trabajar en este componente ayudaría al municipio a desarrollar una planificación organizada del uso del recurso agua”, explica Romero.
Se ha conformado un equipo técnico y cinco personas se han capacitado en Uruguay en hidrología isotópica, aspecto que le está dando mantenimiento y sostenibilidad técnica al proyecto. En 2016, el municipio de Viacha ya dispondrá de un modelo hidrogeológico que le permita manejar el recurso hídrico con eficiencia.
La aplicación de las técnicas nucleares es diversa y abarca muchos campos. Pero uno de los temas centrales es la formación de recursos humanos. Según Romero, debe existir una alianza Estado-universidad-instituciones para fortalecer al país en este campo, formando profesionales que puedan impulsar el desarrollo nuclear del país.
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lunes, 9 de marzo de 2015
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